En los primeros días del mes de enero, se presentó en Pinamar Luis Salinas, y por esas cosas de la vida pasamos por el teatro unas horas antes del show. Entramos tímidos a su prueba de sonido y él detuvo su fascinante contacto con la guitarra para invitarnos a ver sentados ese momento íntimo y único, como el que viviríamos minutos después en la generosa charla que nos brindó. Íntimo y único como su show, aún con el teatro colmado por 300 personas. 

La informalidad de los preparativos no impide que se produzca el contacto profundo entre los músicos, y la fusión entre cada uno de ellos y su instrumento. La complicidad, y un lenguaje que comparten y disfrutan, se manifiesta ahí... y más tarde se lo regalan todo al público.
 
No puede uno más que quedarse atento y maravillado cuando la guitarra de Luis suena, ese momento, siempre es único y, si nos permiten sincerarnos con sencillez en los calificativos, para nuestros oídos y mas allá de ellos, un momento hermoso.
 
Luis, en el escenario, se tomó un instante de palabra para agradecer el silencio y la atención a su trabajo, sin sospechar que todo el alrededor se detuvo cuando sonó su guitarra, y no hubo forma de evitarlo.
Y nosotros, los cautivos, le agradecemos ese encanto: una de esas bellas formas de fugaz esclavitud. 

¿A uno le da la sensación de que vos estas todo el día tocando la guitarra, como si fuera una parte de tu cuerpo?
Uff, sí, cuando agarro la guitarra me cuesta dejarla.
 
¿En la prueba de sonido se transmite algo, no parece una simple "prueba de sonido"?
Sí, por suerte mis compañeros son de la misma raza que yo, el pianista (Javier Lozano) sobre todo que es mi compadre y hace 20 años que tocamos juntos, ama la música como yo… hay una transmisión de climas y de momentos que se produce cuando tocamos, en cualquier situación.
 
¿Qué es lo que tenés preparado para los shows de esta gira?
Para este show todavía no sabemos. Digamos… sabemos pero no sabemos. Cuando toco con ellos, como me conocen tanto y hemos tocado tanta música diferente, desde tango a folklore y hasta latín jazz, conocen todo... Entonces, yo arranco y ellos van.
Ayer por ejemplo en el show de Mar del Plata armé cinco minutos antes los temas y puse algunas opciones y de ahí puede ser una o puede ser la otra.
 
¿Y de qué depende?
A mi me gusta la situación de no saber que va a pasar en un lugar porque es una adrenalina muy especial y también ves lo que te pide el momento.
Y el concepto de Jazz es un poco así, es un concepto libre, como salir a la calle y decir "A ver, a donde voy?". El asunto es que el que esté con vos, vaya con vos…
 
¿Cómo es Pinamar para vos? El público, el estar acá...
Primero me daba un poco de "cosa", porque la primera vez que vine a este teatro, en el año 98 más o menos, con Tomatito y Lucho González con "El guitarrazo", habíamos hecho una gira en Mar del Plata , Villa Gesell, tocamos acá, y fue el lugar en donde menos gente hubo.
Estaba frío el ambiente, nos costo, después se armó… y con los años como que te haces mas familiar del lugar y lo tomas de otra manera. No es lo mismo además tocar acá que en el Ojo de las Artes, es diferente el contacto con la gente porque es otro espacio… ese lugar va a quedar en mi memoria porque toqué con Mercedes ahí. Pero cuando armamos una gira siempre primero elegimos Mar del Plata, Villa Gesell y Pinamar.
 
¿Y qué recordás de esa presentación en el Ojo?
Ese concierto lo recordamos mucho... ella ya estaba bastante enferma. Estábamos ahí en el hotel y estaba complicada... pero a medida que se acercaba la hora del concierto se sentía mejor.
 
¿Qué fue lo que Mercedes te dejó?
Son muchas cosas por suerte, pero te cuento algo: en el año 91 yo viaje por primera vez a Europa, paramos en Barajas, teníamos dos o tres horas de espera y la veo a Mercedes ahí sentada y no me anime a ir a saludarla… Con los años, por esas vueltas de la vida Mercedes organizó una cena para conocerme y cuando le conté me retaba "Pero como no me viniste a saludar…"
Después en los encuentros que tuvimos mas allá de lo musical era emocionante verla, por su mirada, por la fuerza que tenia, pero a la vez te daba ganas de cuidarla, de protegerla, porque estaba enferma.
 
¿Lo que más recordás?
Lo que más recuerdo es que cuando no cantaba la veías enferma, pero cuando cantaba tenia un brillo en los ojos que… estaba viva, era la de siempre, y me parece que siguió luchando para poder cantar. Eso es lo mas fuerte que me quedó.
La primera vez que fui a Cosquín con el cuarteto, abrimos nosotros y después yo toqué con ella, habíamos ensayado a la tarde. En el ensayo ella canta (Luis habla en presente, como si viera ese momento) como si hubiera 5000 personas viéndola... y era muy fuerte verla a ella teniendo en cuenta su salud, porque podría guardarse un poco para poner todo después en el escenario de Cosquín, pero no…

¿Como cuando vos haces prueba de sonido? (Risas)
Y… el momento es único, es irrepetible, hay que vivirlo.
 
¿Y volviste a Cosquín después de su muerte?
Sí, fui en una situación ideal, con mi hijo, mi viejo y la mujer de mi viejo. Pero no me sentía bien y no sabia por que, había algo ahí que no sabia que era, me sentía raro.
A la tarde después de la prueba de sonido pase por la casa donde ensayábamos y lo que me pasaba era que la estaba extrañando, entonces cuando tocamos el bis, toque Alfonsina y sin que nadie escuche se lo dedique a ella…
Fui uno de los pocos que hablaba con ella en los últimos tiempos y trataba de decirle que iba a salir adelante porque era lo que sentía en ese momento… es como si se va la madre, uno nunca cree que se va a morir la madre y de golpe se murió, esa era la sensación en el velatorio.
Después, musicalmente deja algo que es para siempre, además ella trato de unir a todos los artistas de diferentes géneros y eso lo hizo poca gente.
Ella era la dueña del folklore y los que han viajado saben lo que es Mercedes en el mundo, una de las artistas más emblemáticas. El folklore se conoce en el mundo por ella y por Atahualpa.
 
¿Cómo elegís las canciones que tocás?
Me tienen que gustar mucho. Una vez estaba con el negro (J. Lozano) y había un tema que no me salía y no me salía, y el negro me dijo "no te debe gustar mucho"…
Cuando un tema me gusta mucho por más complicado que sea me sale, cuando no me gusta hay como un bloqueo, como que no entra.

Yo siempre digo que el publico no tiene porque entender la armonía, la melodía y ritmo, pero sabe cuando un artista es sincero. Es como mirar a los ojos a alguien y decirle "mira, esto soy yo, esto es lo que hay" y como primera cosa ya hay un respeto ante eso, es como el primer paso… y si uno no se emociona, el público tampoco. Al publico hay que moverlo desde tu propia emoción.
 
Con las letras por ejemplo tengo mucho respeto, si canto algo tiene que tener algo que ver conmigo. En el Tango o en el Folklore, si la letra no tiene que ver con mi romanticismo o con algo que me pasó, no lo canto, porque respeto mucho a los que sienten la letra.
Con la música es distinto porque es más directa conmigo, escucho la nota, escucho el paisaje y ya es mas fácil para mi. Pero con respecto a la poesía hay que tener mucho cuidado, si no estas cantando una cosa que no sentís, que no viste. Admiro mucho a artistas como Goyeneche porque te decía "lastima bandoneón" y vos veías el bandoneón, estaba ahí...
 
¿Y a la guitarra como la elegiste?
Mi vieja me decía "no digas vos que elegiste la guitarra porque cuando eras bebé, andabas por todos lados gateando tirando todo y lo único que acomodabas en un rincón era una guitarrita de plástico chiquitita", como que eso tenia que esta ahí en un lugar especial. Todo lo demás era un lio, y ahora sigue siendo igual… (Ríe) Yo no me acuerdo nada de eso.
Mi viejo me contaba que se juntaba con un amigo a tocar y yo tenia una guitarrita de plástico, y se hacia tarde, me daba sueño y mi vieja me quería llevar a dormir pero mi papá le decía "no, déjalo que ahora empezamos a tocar y se despierta" y ellos empezaban, yo arrancaba con ellos a tocar mi guitarrita, ellos paraban y me dormía de nuevo... entonces me hacían maldades como empezar el tema y pararlo… (risas)
 
¿O sea que tu casa era muy musical?
Mi viejo a los 11 años tocaba el bombo, la guitarra y la armónica, era una especie de hombre orquesta "el verdadero Salinas". Él toco conmigo en el disco de Música Argentina un chamamé, con una armónica que le regalo Hugo Díaz, con una pureza que me mata… la música viene esencialmente de él.
 
¿Y mamá?
Y mamá era una divina, me acuerdo que cuando grabé el disco "Solo Guitarra" me dijo "pero vos solito lo hiciste?"… y me daba una ternura que me mataba, imaginate.

Luis tocó los temas finales con el publico de pie, y con una de las más bellas compañías en escena: su hijo Juan, de 8 años, lo acompañaba en la percusión.
Lo acompañaron también, Javier Lozano en piano y Alejandro Tula en percusión, que sumaron con su arte más lujo a una noche inolvidable.

Elizabeth Ocaño - Roberto Bohmer - Noticias dpinamar.com.ar
Sábado, 15 de Enero de 2011

Compartir